LA MAR DE MÚSICAS


Julio de 2013. Título de la Alianza Francesa debajo del brazo, examen de inglés hecho y máster terminado ¿Y ahora qué?

-¡Pues, hija, vámonos al Lídel!

-Tus ganas marujas. Digo… tus ganas, Maruja. Tus ganas.

Por primera vez en 16 años tengo ante mí tres meses de vacaciones completos, enteritos, vírgenes. Tres meses de vacaciones como los de antes. Tres meses de esos que sabían, cuando era chica, a eternidad. El sueño de cualquier trabajador cansado de soportar al mamón de su jefe, el de cualquier estudiante perseguido por exámenes.

-MI MARUJA: ¡Quién los pillara pa’hacer limpieza a fondo, deshollinar la cocina, dejar los baños más limpios que los chorros del oro, sacarle lustre al mármol y dejar la casa limpia como el jaspe!

El caso es que pensando  y pensando en qué puedo hacer este verano al final, sin saber cómo, he acabado  en Los Alcázares. Algo malo habré hecho en otra vida para acabar en este pueblo feo y soso. El más feo y soso de la Región de Murcia. Aquí no sabes si te estás bañando en el mar o en caldo de pescado de Aneto. Menos mal que estoy en familia, que ayuda a pasar el trance. O no… Y es que hay dos formas de pasar las vacaciones: bien… o en familia (mi familia política sabe que me encanta estar en familia :D)

¿Qué hago yo con tres meses por delante sin trabajo, sin Masterchef, y sin Homeland y, encima, en Los Alcázares?

-MI MARUJA: La fin del mundo está cerca.

-YO: Desde luego

 Martes, 10 de la mañana. El Señor de la Perilla, su hermana y yo nos presentamos, arreglaos pero informales, en el mercadillo semanal. Tres minutos después me veo en el puesto de las olivas comiendo aceitunas rellenas de almendra, aceitunas con pimiento, aceitunas al chimichurri y aceitunas al aroma de lenteja. Ideal para mezclar con el chocolate y la media docena de churros del desayuno. El caso es que yo no sé decir que no cuando se trata de comida. Y, además, soy nadadora (nada por delante y nada por detrás) así que sigo creyendo fielmente en eso de que si comes aceitunas te crecen las… olivas.

-MI MARUJA: Nena, tú has estudiao carrera pero no te entiendo.

-YO: las tetas, Maruja, las tetas.

Creo que ya lo conté en otro post. Ir al mercadillo es un experimento sociológico pero, además, esta vez he descubierto que también es una clase introductoria a la música de raíz, un seminario sobre percusión que sólo se imparte en el puesto de la fruta.

 -YO: Hola, guapo. ¿Me pones una sandía?

-TENDERO: Claro, mujé, te la voy a dá ehpeciá

-MI CUÑADA: ¿Especiada? No, no, Nata. Sin nada. Una sandía normal. Que nos dé una sandía normal.

Mi cuñada, que es estupenda, es de Madrid y muy fina. La pobre a veces necesita intérprete cuando viene a Murcia. Cuando en el ‘mercao’ le dicen que si quiere bajocas su cara es la misma que se le quedó al tipo aquel que perdió 5.000 euros cuando Remedios Cervantes eligió azúcar en lugar de sal en Atrapa un Millón.

-TENDERO: ¿La quiereh fasion?

-MI CUÑADA: ¡Hombre, cuanto más moderna mejor! Pero, vamos, que lo que queremos es una sandía de las de toda la vida, sandía redonda, roja por dentro y verde por fuera.  

-TENDERO: ¿Tú no ereh daquí, verdá? Se notah. A vé, vamoa cogelllle una buena.

-MI MARUJA: Dale un poco, a ver cómo suena.

“¿Suena? ¿Va a pilas o se conecta a la red?”, me dije para mis adentros.

Y de repente va el menda y se pone a sobetear la sandía y a darle mamporrazos.

-TENDERO: Ehta eh de lah buenah

-YO: ¿Es?, después de esa paliza querrás decir “era”

A mí todas las sandías me suenan todas igual, pero esa mañana me levanté con ganas de aprender algo nuevo y teniendo en cuenta que estaba en Los Alcázares, que ya sé nadar, montar en bicicleta, hacer sopas de letras y la manicura frnacesa, me tiré a la piscina.

Y como dicen que donde fueres haz lo que vieres, me la acerqué a la oreja para ver si se escuchaba algo, aunque fueran las olas del Mar Menor, pero nada. ¡Y menos mal! Mi pánico siempre ha sido ponerme una sandía en la oreja y escuchar Malú o alguno de los grandes éxitos de Juan Magán.

-MI MARUJA: ¡Dale, dale! Dale un poco a ver cómo suena.

Y allí estábamos el Señor de la Perilla, su hermana y yo turnándonos para ‘fostiar’ a la sandía. Con la mano izquierda, con la derecha, con las dos a la vez… a veces a dúo, otras a seis manos. Mi Maruja intentando participar, el Señor de la Perilla dándole con la palma de la mano, la cuñá con los nudillos, el tendero acercándosela a la oreja, el de la perilla haciendo palmas, la cuñá zapateando, yo cantando por soleares. Total, que acabamos montando un cuadro flamenco.

A este paso me veo actuando en La Mar de Músicas.

-MI MARUJA: Oleeeee

2 pensamientos en “LA MAR DE MÚSICAS

  1. Maruja, te espero pronto con concierto pues, me han regalado un par de sandias…, jeje.
    Chapó, por tu divertido articulo !!
    😘😘

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